Robinson
No conocía a Michael, sólo de la televisión. Ni siquiera me gusta demasiado el fútbol, no coincidí con él jamás. Pero hoy estoy tan afectado que no puedo ni trabajar, ni concentrarme desde que recibí la noticia esta mañana.
Creo que Michael era único, esa sonrisa, ese sentido del humor, esa inmensa generosidad se transmitía. Era una gran persona, no creo que existan, ya no en España, sino en el mundo entero gente con una sonrisa permanente incluso en los peores momentos. ¡Menuda generosidad!
Para mí Michael es el modelo de persona: optimista, generoso, trabajador, bueno. Vivimos en una sociedad que nos moldea y nos educa, muchas veces en los malos vicios del poder, del egoísmo y de la competencia; no tenemos nunca suficiente. Cuesta mucho seguir nuestro camino y hacerlo a nuestra manera, a no ser que tengamos esa personalidad con la que algunos elegidos tienen la fortuna de nacer.
Y es increíble porque sin conocerle, he pensado mucho en él durante este año y medio, desde que le diagnosticaron la enfermedad. Me complacía y alegraba el día que, por algún motivo, le veía en la televisión o sabía de él por la radio o la prensa y seguía tan bien, su sonrisa seguía ahí.
Creo que Michael es de esas personas que con su personalidad arrolladora era capaz de cambiar la sociedad y supongo que conocerle era una experiencia transformadora, eso dicen.
Pero nunca le conocí, habría sido una suerte hacerlo, pero le vi, le oí y le imagino. Y creo que incluso eso basta para que hoy y de ahora en adelante su recuerdo me haga ser mejor persona y su sonrisa se me contagie, espero que para siempre.
Las personas como Michael no mueren nunca, se quedan en todos nosotros y en nuestros actos, no solo en nuestros recuerdos.